lunes, 12 de octubre de 2015




                                                                          
Un mal control de la diabetes incrementa el riesgo de inflamación de las encías (gingivitis) y facilita con ello la pérdida de dientes, promoviendo además el debilitamiento del soporte óseo de los mismos.
Especialistas en Odontología , señalaron que un exceso de azúcar circulante en sangre, se traduce en que nueve de cada 10 personas diabéticas tengan pérdida prematura de piezas dentales.

Lo anterior, indicaron, se debe a que dicho excedente incrementa la producción de citocina, sustancia que promueve la inflamación de las encías. Advirtieron que este tipo de reacciones adversas en la cavidad oral pueden aparecer desde los primeros años de la diabetes, aunado a que la gente no tiene una cultura muy arraigada de visitar al odontólogo, las repercusiones a nivel de pérdida de piezas tiende a ser mayor.
Señalaron que es una realidad que las personas acuden al dentista especialmente cuando sienten dolor y al solicitar análisis clínicos de los pacientes, cuatro de cada 10 presentan alteraciones en sus niveles de glucosa circulante, es decir, desconocían ser diabéticos hasta ese momento.

En este punto resaltaron que otra de las repercusiones de la diabetes se traduce en problemas de la coagulación, de ahí que el abordaje odontológico de estas personas, máxime cuando se trata de alguna extracción, debe ser sumamente cuidadoso.

Antes de intervenirlo, se debe buscar que la persona esté controlada en sus niveles de azúcar, además de proporcionarle tratamientos farmacológicos para reducir el riesgo de infecciones debido a que, también por la diabetes, tienden a desarrollarlas más fácilmente.

Asimismo, a una persona diabética difícilmente se le pueden colocar implantes fijos, debido a que el daño generalmente ya afectó la estructura ósea donde se asientan los dientes, por lo que se opta por prótesis removibles, que deben ser revisadas por lo menos dos veces al año.

Los médicos recomendaron a toda persona procurar un adecuado aseo bucal mediante el cepillado posterior a cada alimento, así como el uso de hilo dental y enjuagues, sin olvidar visitar al odontólogo por lo menos dos veces al año.

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